Auxiliadoras de latinoamerica

Carisma

 

Utilizando una imagen, diré que un carisma es como un puñado de semillas que Dios da a un grupo de personas, para que las cuide, las  siembre y den alimento, vida y esperanza a su pueblo.

Desde María de la Providencia y ahora toda la Familia Auxiliadora, sentimos que nuestro carisma y misión, es al lado de los más olvidados, que formamos una comunidad sin frontera entre vivos y difuntos, abrazados por el mismo Dios que anhela profundamente hacernos uno con él y con toda su creación.

Los olvidados y olvidadas de los sistemas económicos, financieros; de los sistemas de justicia, etc. Donde solo son un número, para nosotras tienen rostro y nombre.

A los que tradicionalmente llamamos benditas ánimas del purgatorio, nosotras los llamamos, nuestros hermanos en vías de crecimiento, hasta alcanzar todas sus dimensiones de hijos e hijas de Dios.

Nuestro caminar como pueblo de Dios no está exento de fuertes pruebas, situaciones límites, con todos y todas hacemos camino; orando, trabajando, en comunión con sus penas,  alegrías y esperanzas. 

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Espiritualidad

Ignacio de Loyola

Estamos convencidas de que nuestro mundo tiene necesidad de hombres y mujeres con una profunda experiencia de Dios. Recibimos  la Espiritualidad Ignaciana como el soporte a nuestra experiencia personal de fe, arraiga nuestro carisma en el amor gratuito de Dios y fortalece en nosotras el deseo de participar en su proyecto del Reino desde la actitud liberadora de Jesús, con el propósito de que las personas y comunidades puedan encontrar el fin para el que fueron creadas.

 

“En el corazón del mundo leemos en la fe la presencia activa de Dios. Nos esforzamos en reconocer los valores evangélicos ya presentes en las personas y en los grupos que nos rodean. Creemos que cada cultura encuentra en la novedad del Evangelio la plenitud de sus riquezas y el cumplimiento de sus anhelos”. Const. 24.

 

Discernimos junto con otros y otras, los signos de los tiempos,  desde donde Dios nos llama y con profundo sentido eclesial y ecuménico, respondemos.

“La virgen María, a quien invocamos bajo el nombre de Nuestra Señora de la Providencia, es un signo de esperanza en la vida del Instituto y del pueblo al que servimos”. Const. 33.